Cómo hacer portacubiertos navideños

Hoy os traemos una idea sencilla y fácil para decorar la mesa en Navidad. Se trata de unos portacubiertos que se hacen con fieltro y que le darán un toque muy navideño a la mesa.

Necesitaremos:

  • Fieltro color rojo, cortado en rectángulos de 32 x 10 cm aproximadamente.
  • Cintas o lazos, cortados en tramos de 25 cm aprox.
  • Perlas para collar de bisutería (opcional).
  • Hilo de colores.

lazos verdes

Así es como se hacen:

Portacubiertos navideño de fieltro

  1. Doblamos las tiras de fieltro a 12 cm, de manera que el bolsillo quede un poco más grande que la mitad del cubierto.
  2. Cosemos los bordes del fieltro con un hilo del mismo color que el lazo que vayamos a colocar. Por ejemplo, si el lazo es plateado, se puede poner hilo gris. Si el lazo es verde, coseremos con hilo verde. Con un lazo dorado, podemos poner hilo color marrón clarito, si no tenemos dorado y también quedará muy bien.
  3. Lo siguiente es coser el lazo, y le añadimos una pequeña perla de bisutería en el centro (de las que llevan un agujerito en el centro para poder pasar el hilo).
  4. Por último, fijamos el lazo a nuestro portacubiertos… ¡y listo!

Porta cubiertos navideñosEn concreto, estos portacubiertos que aquí mostramos, formaron parte de un proyecto solidario para la asociación SOLC de Alcoy (Asociación para el Soporte y Ayuda en el Tratamiento del Cáncer). En total, se realizaron 500, como obsequio para todas aquellas personas que colaboran cada año con esta asociación.

Ya ves qué sencillos son, así que tú también puedes realizarlos y sorprender a tu familia y amigos (si nosotras pudimos con 500 en tiempo récord, seguro que tú puedes tranquilamente con un juego de seis o con una o varias docenas 😉 ). Pueden servir de obsequio al final de la cena. También te pueden ayudar a organizar la mesa, simplemente añadiendo una tarjeta o etiqueta con el nombre de cada invitado.

Esperamos que os sirvan de inspiración para estas fechas que se aproximan…

Empezar lo es todo

Como casi todas las cosas bonitas en la vida, ésta llegó por casualidad. Un día cualquiera, sin motivo alguno, mi madre empezó a practicar estos minúsculos peuquitos, simplemente movida por su continuo afán de aprender cosas nuevas. La primera botita terminada era todo un reto. Si lo conseguía, si era capaz de terminar una sola, significaba que lo siguiente sería la pareja, luego más pares, más colores, diferentes tallas… ¡Todo un abanico de posibilidades! Si era capaz de terminar una sola, ¡era capaz de todo! Como casi todas las cosas buenas de la vida… Empezar lo es todo.

Aún recuerdo lo orgullosa que se sentía al tener la primera planta del pie, a la que le siguió, punto a punto, una preciosa y diminuta botita cerrada y terminada. Mi hermano la miró, tan ingenuo como sorprendido, con una sonrisa contenida, testigo del secreto que aún nos ocultaba…

Esa misma tarde, nos dio la gran noticia. Mi sobrina Aitana estaba en camino. Caprichos del destino, mi madre empezó a tejer lo que, sin saberlo, era el comienzo de una preciosa nueva etapa en nuestras vidas

No hace falta que os diga, que a mi sobrina no le faltaron peúcos, los tuvo de todos los modelos y colores… Antes de nacer, ya le estaban esperando, cuidadosamente depositados en una bolsita de tela, aguardando con cariño el encuentro con sus piececitos. 

Así que así quiero empezar este blog, con la sencillez de un primer peúco, que punto a punto, nos llevará a algo más grande que aún desconocemos…

Porque todas las cosas bonitas de la vida empiezan así, casi como por casualidad  😉