Empezar lo es todo

Como casi todas las cosas bonitas en la vida, ésta llegó por casualidad. Un día cualquiera, sin motivo alguno, mi madre empezó a practicar estos minúsculos peuquitos, simplemente movida por su continuo afán de aprender cosas nuevas. La primera botita terminada era todo un reto. Si lo conseguía, si era capaz de terminar una sola, significaba que lo siguiente sería la pareja, luego más pares, más colores, diferentes tallas… ¡Todo un abanico de posibilidades! Si era capaz de terminar una sola, ¡era capaz de todo! Como casi todas las cosas buenas de la vida… Empezar lo es todo.

Aún recuerdo lo orgullosa que se sentía al tener la primera planta del pie, a la que le siguió, punto a punto, una preciosa y diminuta botita cerrada y terminada. Mi hermano la miró, tan ingenuo como sorprendido, con una sonrisa contenida, testigo del secreto que aún nos ocultaba…

Esa misma tarde, nos dio la gran noticia. Mi sobrina Aitana estaba en camino. Caprichos del destino, mi madre empezó a tejer lo que, sin saberlo, era el comienzo de una preciosa nueva etapa en nuestras vidas

No hace falta que os diga, que a mi sobrina no le faltaron peúcos, los tuvo de todos los modelos y colores… Antes de nacer, ya le estaban esperando, cuidadosamente depositados en una bolsita de tela, aguardando con cariño el encuentro con sus piececitos. 

Así que así quiero empezar este blog, con la sencillez de un primer peúco, que punto a punto, nos llevará a algo más grande que aún desconocemos…

Porque todas las cosas bonitas de la vida empiezan así, casi como por casualidad  😉